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El SNS aprueba con nota frente a los sistemas sanitarios de los países de nuestro entorno

VADEMECUM - 25/04/2013  ASOCIACIONES MÉDICAS

A pesar de estos datos positivos, no hemos de olvidar que las previsiones para los próximos años no son nada esperanzadoras, por eso, para lograr mayor eficiencia, las sociedades científico-médicas proponen regionalizar servicios y crear redes asistenciales, así como dar mayor autonomía de gestión a las unidades asistenciales, que desarrollarían alianzas con socios estratégicos

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha celebrado una rueda de prensa que ha contado con la participación del Dr. Vicente Bertomeu, presidente de la SEC; el Dr. Carlos Macaya, presidente electo de FACME; el Dr. Rafael Bengoa, asesor de diversos gobiernos internacionales en reformas sanitarias, exconsejero de Sanidad y Consumo del Gobierno vasco y exdirector de Sistemas de Salud en la OMS; y el Dr. Alfonso Castro Beiras, jefe de Servicio del Área del Corazón del CHUAC y asesor del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

En la presentación se ha puesto a examen el Sistema Nacional de Salud, comparándolo con los sistemas sanitarios de los países de nuestro entorno en distintos aspectos y se ha concluido que el SNS  es uno de los mejor considerados a nivel mundial por su eficiencia y calidad.

Según el estudio OECD Health Data 2012, haciendo referencia al año 2010, España invierte anualmente en sanidad más de 81.800 millones de euros, lo que representa el 7,1% del Producto Interior Bruto (PIB).

Los países de la Europa de los 15 que más porcentaje del PIB invierten en sanidad son Holanda (10,3%) y Dinamarca (9,4%), frente a Grecia (6,1%) e Irlanda (6,4) que representan los que invierten las menores tasas del PIB en sus sistemas sanitarios.

España se encuentra significativamente por debajo de la media de la Europa de los 15 (7,8%), situándose como el sexto país que menor porcentaje del PIB gasta en sanidad.

Asimismo, el SNS ocupa el 4º puesto en la Europa de los 15 en menor gasto sanitario anual por habitante, con 501 euros menos de gasto sanitario por persona que la media de la Europa de los 15 (2.323 frente a 2.824 euros). Holanda, con diferencia, es el país que más invierte anualmente en la salud de cada habitante (3.843 euros), seguido por Dinamarca (3.393 euros) y Austria (3.340 euros). Por su parte, Portugal y Grecia son los países de la Europa de los 15 con menor gasto sanitario por habitante, 2.073 y 2.215 euros anuales respectivamente.

El hecho de que España no gaste tanto en sanidad como otros países no impide que presente una de las mayores tasas de esperanza de vida (82,2 años), solo superada por Suiza (82,6) y Japón (83), según el mismo informe OECD 2012 (con datos de 2010). Este análisis presenta a Hungría y Turquía como los países con menor esperanza de vida de los países desarrollados analizados (74,3).

Teniendo en cuenta solo la Europa de los 15, la media de esperanza de vida se sitúa en 80,6 años, 1,6 años menos que España, quien se presenta a la cabeza. Portugal y Dinamarca presentan las peores cifras de esperanza de vida, con 79,8 y 79,3 años respectivamente.

A pesar de estos datos positivos, no hemos de olvidar la necesidad de mejorar la eficiencia y productividad de nuestro sistema sanitario, adaptándonos así a la situación económica adversa por la que atraviesa España, sin que ello afecte a la salud de los ciudadanos. Y es que las previsiones para los próximos años no son nada esperanzadoras. Se augura que el peso del gasto sanitario del PIB descienda entre 2010 y 2015 un 21,5% en nuestro país, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de los Ministerios de Economía, Competitividad, Hacienda y AAPP (programa de estabilidad presupuestaria 2012-1015 España).

¿Cómo convertir en sostenible el SNS?

La insostenibilidad del SNS a largo plazo es ya un hecho comprobado, lo que ha desencadenado en algunas medidas de austeridad, focalizadas en la disminución del gasto farmacéutico a corto plazo, sin pasar por una reorganización y mejora de la gestión de los recursos actuales, lo que ha provocado importantes repercusiones sobre todos los implicados.

Asimismo, algunas comunidades autónomas ya están tomando medidas más drásticas al respecto, tratando de externalizar la gestión de la Sanidad Pública, cediéndola a terceros, sin tener en cuenta el punto de vista de todos los agentes involucrados y sin valorar la totalidad de las consecuencias.

Según el Dr. Vicente Bertomeu, “exigimos una gestión basada en la evidencia, no en la reducción indiscriminada de costes, pues actualmente no existen precedentes ni análisis objetivos que aseguren que la gestión a terceros de la sanidad pública consiga sanear sus cuentas”.

En la misma línea, el Dr. Rafael Bengoa opina: “No solo no es necesaria una privatización del sistema sanitario español, sino que resultaría contraproducente. Si esta fuera la solución, el resto de Europa estaría tomando la misma medida”.

Enderezar la situación debe pasar por un replanteamiento limpio y objetivo de la sanidad, adoptando las medidas necesarias en colaboración con los expertos y profesionales a través de los cauces adecuados, con responsabilidad y transparencia. Las distintas administraciones deberían de compartir la responsabilidad de la gestión sanitaria con los profesionales de la sanidad, quienes conocen de primera mano el sistema.

Las sociedades científico-médicas, además de promover la excelencia del tratamiento de las enfermedades y fomentar la prevención a través de sus fundaciones, tienen la responsabilidad de mejorar la eficiencia, desarrollando herramientas y mecanismos de gestión para lograr una mayor autonomía de las unidades clínicas que la que han tenido hasta la actualidad”, explica el Dr. Carlos Macaya.

Por ello, se han propuesto medidas centradas en tres puntos clave: regionalizar y crear redes asistenciales, dar más autonomía de gestión a las unidades asistenciales y realizar alianzas con socios estratégicos. 

1 .Regionalización y creación de redes asistenciales 

  • Tarjeta sanitaria única
  • Historia clínica electrónica
  • Creación de redes asistenciales. Coordinación entre diferentes niveles de asistencia y distintas unidades asistenciales en un ámbito geográfico  y poblacional que  pueden  abarcar una “región sanitaria” (un millón  o más habitantes).
  • Concentración de recursos y actividades para procesos complejos en centros de referencia (regionalización)

“Servicios y unidades deben superar los límites estrictos del hospital, para integrarse en una red asistencial. Se trata de compartir con el fin de elevar la calidad, optimizar los recursos. Tenemos ya ejemplos en nuestro país de los beneficios de este tipo de organización”, apunta el Dr. Alfonso Castro Beiras.

2. Autonomía de gestión de las unidades asistenciales 

  • Responsabilidad en  la gestión  presupuestaria,  de personal,  compra de bienes  y servicios, etc.
  • Gestión guiada por la eficiencia
  • Incentivos ligados a la calidad (validada por las sociedades científico-médicas y el SNS) y eficiencia
  • Reinvertir los beneficios de cada unidad clínica en los propios fines sociales del SNS (motivación profesional, formación, investigación, etc.)
  • Aumento de la capacidad de decisión del paciente

La verdadera solución pasa por mejorar la coordinación de la Atención Primaria con los hospitales y empezar a activar a los pacientes. Los pacientes pasan de media anual tres horas en el sistema de salud. El resto del tiempo, las 8.760 horas restantes del año, son ellos los que deben responsabilizarse de su enfermedad, por lo que conviene ayudarles y no lo estamos haciendo suficientemente. La educación de los pacientes y la telemedicina podrían ser un buen comienzo para avanzar en este sentido”, apunta el Dr. Bengoa.

3. Alianzas estratégicas 

  • Alianzas con socios estratégicos (empresas del sector sanitario, de TIC, universidades, etc.) para lograr innovación, investigación y desarrollo.

La involucración en este proyecto de la industria biomédica, tanto con socios tecnológicos como con empresas que se encuentran dentro de la industria farmacéutica, a quienes no habría que descartar, ayudaría a la viabilidad del proyecto de autonomía de gestión clínica, facilitando unos recursos de los que no se dispone actualmente”, apunta el Dr. Macaya.

“La mala gestión y administración de la Sanidad Pública en las distintas Comunidades Autónomas, sin distinción de gobiernos, nos ha llevado a una situación cuyo desenlace final tendrá consecuencias que marcarán el futuro de uno de los sistemas sanitarios mejor valorados internacionalmente por su eficiencia y calidad, asumiendo el gran margen de mejora que aún tiene, pues existen suficientes recursos, pero estos están con frecuencia mal distribuidos y mal gestionados por responsables ajenos a la práctica clínica. Aún estamos a tiempo de “remendar” este sistema, antes de desecharlo y “comprar” uno nuevo que no puede justificar su valía con datos objetivos e independientes”, concluye el Dr. Bertomeu.

 

Fuente: apple tree communications

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