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Especialistas piden generalizar el uso de la vacuna antineumocócica conjugada trecevalente en adultos

VADEMECUM - 24/04/2014  TERAPIAS

Recomiendan su empleo a partir de los 50 años y en aquellos adultos con patología de base como estrategia preventiva frente a la enfermedad neumocócica invasiva y así lo han puesto de manifiesto en un documento de consenso elaborado por 16 sociedades científicas

Con motivo de la Semana Mundial de la Vacunación, que se celebra del 24 al 30 de abril, profesionales sanitarios de distintas sociedades científicas han remarcado la importancia de generalizar el uso de la vacuna antineumocócica conjugada trecevalente en los adultos a partir de los 50 años y en aquellos con patología de base.

Así se refleja en el primer ‘Documento de consenso sobre la vacunación antineumocócica en el adulto con patología de base’, elaborado por un total de 16 sociedades científicas españolas y en el que defienden que la llegada de la primera vacuna conjugada autorizada para los adultos, la vacuna antineumocócica conjugada trecevalente (Prevenar 13®), supone una estrategia preventiva clave frente a la enfermedad neumocócica invasiva.

Las sociedades firmantes consideramos que se debe sistematizar la vacuna frente al neumococo entre los adultos con patologías de base y administrar, preferentemente, al menos una dosis de la vacuna antineumocócica conjugada trecevalente, pues ha demostrado inducir una respuesta inmunitaria más potente”, explica el doctor Juan José Picazo, jefe de Servicio de Microbiología Clínica del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad Española de Quimioterapia.

El término enfermedad neumocócica es un término que se emplea para describir un grupo de enfermedades causadas por la bacteria Streptococcus pneumoniae. Esta bacteria se encuentra frecuentemente en la nasofaringe, especialmente en niños pequeños, y desde ahí puede propagarse a otras personas. Su infección causa un abanico de enfermedades que se clasifican en ‘enfermedad neumocócica no invasiva’ y ‘enfermedad neumocócica invasiva’.

La enfermedad neumocócica no invasiva agrupa las manifestaciones más comunes de este tipo de infección, como la neumonía, la sinusitis y la otitis media aguda. Por su parte, se conoce como enfermedad neumocócica invasiva a la producida por la bacteria cuando invade partes del organismo habitualmente estériles, como la sangre o el líquido cefalorraquídeo, y puede manifestarse como neumonía bacteriémica, bacteriemia sin foco, sepsis y meningitis. Aunque la enfermedad  invasiva es menos frecuente, es generalmente más grave y comporta complicaciones mucho más serias. De hecho, es una importante causa de muerte entre los adultos en todo el mundo aunque a día de hoy muchas personas desconocen su existencia y el riesgo potencial que tienen de padecerla.

Cada año cerca de 1,6 millones de personas fallecen en el mundo a causa de alguna enfermedad relacionada con la bacteria Streptococcus pneumoniae, cifra que supera en gran medida las muertes causadas por accidentes de tráfico o cáncer de pulmón, y que convierte a la enfermedad neumocócica en la primera causa de muerte prevenible mediante vacunación en todo el mundo, de ahí la importancia de prevenir este problema de salud pública y no solo en la población infantil sino también en adultos, más aún cuando en los últimos años la bacteria Streptococcus pneumoniae ha desarrollado resistencia a muchos antibióticos empleados habitualmente para el tratamiento de las infecciones causadas por esta bacteria.

Los altos índices de mortalidad de la enfermedad neumocócica entre la población adulta están directamente relacionados con la edad, así como con la presencia de patologías subyacentes que hacen que el riesgo de infección sea mayor y su evolución peor. Este es el caso de las personas inmunodeprimidas, es decir, con enfermedades que han alterado su capacidad de producir una adecuada respuesta inmune frente a una infección, como los pacientes con VIH, cáncer, tumores hematológicos o enfermedad renal crónica entre otras; pero también de las personas inmunocompetentes, con patologías o factores de riesgo asociados como enfermedades crónicas respiratorias, hepáticas o cardiovasculares, diabetes, tabaquismo o alcoholismo. “Siempre pensamos que las personas con el sistema inmunitario deprimido o sometidas a terapia inmunosupresora se encuentran en una situación de alto riesgo, y efectivamente es así. Pero no podemos olvidar tampoco que las personas inmunocompetentes con dos o más factores de riesgo, como edad avanzada y diabetes, por ejemplo, tienen igualmente elevadas probabilidades de contraer la enfermedad”, concreta el doctor Picazo.

Sin embargo, pese a los grandes beneficios de las estrategias preventivas mediante vacunación, los especialistas señalan que los falsos mitos preestablecidos sobre las vacunas dificultan en gran medida la labor de concienciación entre la población. “El hecho de que la sociedad general identifique exclusivamente las vacunas con la edad pediátrica establece una barrera que los médicos de Atención Primaria tenemos que romper. En los adultos hay vacunas fundamentales como la del neumococo, la del tétanos o la de la gripe, que reducen de forma importante la morbimortalidad por estas infecciones y sin embargo todavía queda mucho para lograr altas tasas vacunales entre nuestra población adulta”, declara la doctora Esther Redondo, coordinadora nacional del Grupo de Trabajo de Actividades Preventivas de SEMERGEN.

Por esta razón, insiste en la necesidad de sumar fuerzas entre la Administración, la comunidad sanitaria y los medios de comunicación para transmitir el mensaje de que “las vacunas son seguras y efectivas, salvan vidas y son una medida costo-efectiva extraordinaria desde el punto de vista de salud pública”, puntualiza la doctora Redondo.

 

 

 

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