Durante la reunión, que ha contado con el aval científico de la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC), y a la que han asistido más de 40 especialistas en la materia, se ha debatido la cuestión central sobre la terapia de control de temperatura en los pacientes críticos tras sufrir una parada cardíaca, a cargo de la Dra. Inmaculada Alcalde; la importancia de contar con Centros de Atención post parada Cardiaca (CAP) a cargo del Dr. Luis Martín Villén, así como los aspectos clínicos del control de temperatura en los pacientes neurocríticos, de la mano del Dr. Francisco Guerrero.

En palabras de la Dra. Carmen de la Fuente, presidenta de la SAMIUC, jefa de Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y moderadora del encuentro: “La temperatura es una constante vital que debe ser controlada y más aún en el entorno de los cuidados intensivos donde cualquier variación puede tener un impacto negativo en la salud de nuestros enfermos. Por eso, este tipo de jornadas formativas, que ponen el foco sobre la temperatura y la relevancia que tiene en la recuperación de nuestros pacientes, son muy necesarias”.

Atención de los pacientes en los centros de parada cardíaca

Una de las necesidades actuales en el ámbito de la parada cardíaca es la estandarización de la atención a los pacientes en los CAP, otro de los aspectos abordados durante la reunión y que resulta vital para aumentar las probabilidades de un mejor pronóstico para todos los pacientes del país. En este sentido, el Dr. Luis Martín Villén, médico especialista en Medicina Intensiva del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, destaca que: “Resulta muy importante contar con estrategias que tengan como objetivo mejorar la atención hospitalaria a pacientes de paro cardiaco, y garantizar la mejor atención posible. Es necesario realizar un abordaje integral en la parada cardíaca, que va desde la activación del sistema de emergencias y maniobras pertinentes como la RCP -fundamental para mejorar la supervivencia-, la protocolización y disponibilidad de la tecnología adecuada para los cuidados potsparada -y que puede suponer un efecto positivo sobre el pronóstico y estado neurológico al alta- y disponer de formación continuada y reglada de los profesionales sanitarios – clave para la sostenibilidad del sistema”.