La enfermedad de la esteatosis hepática no alcohólica (EHNA) es considerada una de las principales causas de enfermedades hepáticas crónicas en todo el mundo. Los cambios patofisiológicos, como el aumento de grasa en el tejido adiposo o en el músculo esquelético, contribuyen al desarrollo de la EHNA. El tejido adiposo y los músculos esqueléticos se consideran órganos endocrinos, ya que secretan adipocinas y miocinas. Estas moléculas pueden desempeñar un papel importante en la inflamación relacionada con la obesidad y la EHNA.

Factores bioquímicos importantes en la EHNA

En estos procesos inflamatorios, se produce una infiltración y un aumento de citocinas proinflamatorias, incluyendo interleucina (IL)-6, factor de necrosis tumoral-a (TNF-a) y quemerina. La quemerina se secreta principalmente desde el tejido adiposo, el hígado y los pulmones, y parece estar elevada en personas con EHNA. El factor de crecimiento de fibroblastos-21 (FGF-21) y la irisina son miocinas que desempeñan un papel importante en la patogénesis de la EHNA. El FGF-21 es una proteína secretada principalmente por el hígado, que mantiene la homeostasis energética, afecta la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de los lípidos y puede revertir la esteatosis hepática.

Tratamiento de la EHNA

Actualmente no hay un tratamiento farmacológico probado para la EHNA. El tratamiento primario de la EHNA es una intervención en el estilo de vida, que incluye principalmente cambios en la dieta y el ejercicio. Los ácidos grasos poco saludables son un factor importante en el desarrollo y progresión de la EHNA. Por ejemplo, los marcadores de inflamación se ven afectados por la ingesta de grasas alimentarias, que son factores de riesgo modificables. En un estudio, se examinaron los efectos de una dieta baja en grasas en las enzimas hepáticas y los niveles séricos de marcadores de inflamación como la quemerina, IL-6, TNF-a y miocinas como la irisina y el FGF-21 en personas con sobrepeso, obesidad y EHNA [1].

Efectos de una dieta baja en grasas

En total, 108 personas de entre 19 y 65 años participaron en un programa de pérdida de peso de doce semanas con una dieta baja en grasas. Se tomaron muestras de sangre y se realizaron mediciones antropométricas al inicio y después de tres meses, después de un período de ayuno de diez a doce horas. Los hombres (n = 59) tenían una tasa de fumadores más alta, un consumo de alcohol más alto y una educación más alta en comparación con las mujeres (n = 49).

En ambos grupos, después de doce semanas, el IMC y la grasa corporal o masa grasa se redujeron significativamente, siendo la diferencia más pronunciada en los hombres que en las mujeres. Además, la circunferencia de la cintura, cadera y cuello, así como los valores de ALT y AST, disminuyeron significativamente en ambos grupos. La reducción de la masa libre de grasa no fue significativa en ninguno de los grupos. Además, los niveles de TNF-a, IL-6 y FGF-21 disminuyeron significativamente; sin embargo, la reducción de los niveles de quimera e irisina no fue significativa hasta el final del estudio.

Conclusión

La obesidad se considera un factor de riesgo importante para pacientes con enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA). La mayoría de los participantes tenían sobrepeso al inicio del estudio y tenían un IMC alto (mujeres: 31,9 kg/m2; hombres: 29,0 kg/m2). Los resultados de este estudio muestran que una dieta baja en grasas durante un período de doce semanas condujo a mejoras tanto en las mediciones antropométricas como en los parámetros bioquímicos en personas con obesidad y EHGNA. Esto demuestra una vez más que la nutrición parece desempeñar un papel importante en el tratamiento de la EHGNA.

Fuente:

Erdem et al. (2024): Efectos de la dieta baja en grasas sobre los parámetros inflamatorios en individuos con obesidad/sobrepeso y enfermedad del hígado graso no alcohólico. Un estudio transversal. Medicina (Baltimore), DOI: 10.1097/MD.0000000000037716.