La Organización Mundial de la Salud (OMS) define los probióticos como “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades suficientes, proporcionan beneficios para la salud del huésped”. Su uso tiene como objetivo mejorar la salud de personas y animales al tener los probióticos un efecto positivo sobre la flora intestinal. Esto puede suceder, por ejemplo, porque las cepas probióticas producen compuestos antibacterianos que inhiben los patógenos infecciosos. Los probióticos son bien tolerados, asequibles y reducen la necesidad de antibióticos.

Sin embargo, los efectos preventivos de los probióticos sobre el riesgo de diarrea del viajero aún no están claros. Los estudios sobre el tema son limitados y normalmente no se ha tenido en cuenta la eficacia de los probióticos específica de cada cepa.

La diarrea del viajero como enfermedad gastrointestinal común

La diarrea del viajero es una de las enfermedades gastrointestinales más comunes. Cada año enferman entre diez y cuarenta millones de viajeros. Las regiones con estándares inadecuados de saneamiento e higiene, como África, se ven particularmente afectadas. La diarrea del viajero suele desaparecer por sí sola y suele durar dos días. Algunos viajeros también buscan ayuda médica y un pequeño porcentaje es hospitalizado.

A menudo se ignoran las reglas para evitar la diarrea del viajero. No se recomienda la profilaxis con antibióticos por el riesgo de resistencias y los efectos nocivos sobre el microbioma intestinal.

Un estudio determina cepas efectivas

Por lo tanto, un metanálisis actual examinó ensayos controlados aleatorios en inglés y en otros idiomas de bases de datos de literatura estándar sobre el efecto preventivo de los probióticos en la diarrea del viajero. De los 166 artículos examinados, se incluyeron diez ensayos controlados aleatorios. No hubo restricciones en cuanto a los años de publicación. Los investigadores también analizaron los efectos de la dosis, la duración y la edad en la prevención de la diarrea del viajero con probióticos para determinar cuál es la cepa más eficaz.

La revisión sistemática concluyó que Lactobacillus acidophilus por sí solo no muestra eficacia para prevenir la diarrea del viajero. Este solo fue el caso cuando la cepa se mezcló con otras cepas. Otros géneros de Lactobacillus tuvieron una tasa de protección de hasta el 39%. Además, el uso de Saccharomyces cerevisiae y Saccharomyces boulardii demostró ser eficaz para prevenir la diarrea del viajero.

Pocos probióticos son adecuados para prevenir la diarrea del viajero

Según los autores, el riesgo de diarrea del viajero sólo puede minimizarse con unos pocos probióticos. Esta revisión sistemática y metanálisis muestra que las cepas de L. acidophilus, L. rhamnosus, L. fermentum, S. cerevisiae y S. boulardii son capaces de prevenir la diarrea del viajero. Por tanto, los resultados subrayan las posibilidades de los probióticos como medida preventiva contra la diarrea del viajero.

Sin embargo, los investigadores señalan la heterogeneidad de los estudios incluidos en términos de probióticos utilizados, dosis, duración del uso y características de los participantes. También es necesario investigar más a fondo en estudios futuros si los efectos preventivos se aplican a otros probióticos. Esto también se aplica a las dosis óptimas, la duración del uso, los efectos a largo plazo, los efectos secundarios y otros parámetros.

Fuente:

1-Alharbi BF., Alateek AA. (2024): Investigación de la influencia de los probióticos en la prevención de la diarrea de Treveler: revisión sistemática basada en metanálisis. Medicina de viajes y enfermedades infecciosas, vol. 59, mayo-junio de 2024, 102703. DOI:  10.1016/j.tmaid.2024.102703

2-FAO/OMS (2002):  Directrices para la evaluación de probióticos en los alimentos. Informe de consulta de expertos de la organización de las naciones unidas para la alimentación y la agricultura y de la organización mundial de la salud. Informe del Grupo de Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Mundial de la Salud 2002;85:1–29., consultado por última vez el 25 de julio de 2024