- ?Según estudios post-comercialización se ha observado en pacientes ancianos con psicosis relacionada a demencia tratados con antipsicóticos atípicos o convencionales, que existe un mayor riesgo de mortalidad.
- ?En la actualidad no existe ningún medicamento aprobado para el tratamiento de los signos y síntomas de psicosis en pacientes adultos mayores con demencia.
- ?Los fármacos antipsicóticos convencionales y atípicos no han sido aprobados para el tratamiento de la psicosis relacionada a demencia en ancianos. Para estos pacientes los profesionales de la salud deberán considerar otras opciones de tratamiento.
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Incremento de mortalidad en pacientes ancianos con psicosis relacionada en demencia:
Los pacientes ancianos con psicosis relacionada a demencia tratados con fármacos antipsicóticos presentan un riesgo de muerte aumentado. El análisis de 17 ensayos controlados con placebo (duración media de 10 semanas), en su mayoría de pacientes que tomaban antipsicóticos atípicos, reveló un riesgo de muerte entre 1.6 a 1.7 veces mayor en pacientes tratados con fármacos en relación a los pacientes tratados con placebo. Durante el curso de un ensayo controlado de 10 semanas de duración, la tasa de muerte en los pacientes tratados con fármaco fue alrededor del 4.5 %, comparado con una tasa de alrededor de 2.6 % en el grupo tratado con placebo. Aunque las causas de muerte fueron variadas, la mayoría de las muertes parecieron ser de naturaleza cardiovascular (p. ej. insuficiencia cardiaca, muerte súbita) o infecciosa (p. ej. neumonía). Los estudios observacionales sugieren que, al igual que los fármacos antipsicóticos atípicos, el tratamiento con fármacos antipsicóticos convencionales puede aumentar la mortalidad. No está claro si el alcance de los hallazgos de mortalidad aumentada en los estudios observacionales puede ser atribuido al fármaco antipsicótico en lugar de alguna(s) característica(s) de los pacientes. Quetiapina no está indicada para el tratamiento de la psicosis relacionada a demencia en ancianos.
Pensamiento y conducta suicida en adolescentes y adultos jóvenes:
Los pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM), tanto adultos como pediátricos, pueden experimentar un empeoramiento de su depresión y/o aparición de pensamientos y conducta suicida (tendencia suicida) o cambios inusuales en el comportamiento, ya sea que estén tomando medicamentos antidepresivos o no, y este riesgo puede persistir hasta que haya una remisión significativa.
El suicidio es un riesgo conocido de la depresión y algunos otros trastornos psiquiátricos, y estos trastornos en sí mismos son los factores más fuertes de pronóstico de suicidio.
Ha habido una preocupación de largos años acerca de que los antidepresivos pueden inducir el empeoramiento de la depresión y la aparición de una tendencia suicida en determinados pacientesdurante las fases tempranas del tratamiento.
Los análisis combinados de ensayos controlados con placebo a corto plazo de fármacos antidepresivos (ISRS y otros) demostraron que estos fármacos aumentan el riesgo de pensamiento y conductas suicidas (tendencia suicida) en niños, adolescentes y adultos jóvenes (de 18 a 24 años de edad) con TDM y otros trastornos psiquiátricos.
Los estudios a corto plazo no mostraron un aumento en el riesgo de suicidio asociado a antidepresivos en comparación con placebo en adultos más allá de los 24 años y hubo una reducción del riesgo con antidepresivos en comparación con el placebo en adultos mayores de 65 años.
Los análisis combinados de ensayos controlados con placebo en niños y adolescentes con TDM, trastorno obsesivo compulsivo u otros trastornos psiquiátricos incluyeron un total de 24 ensayos a corto plazo de 9 fármacos antidepresivos en 4.400 pacientes. Los análisis combinados de ensayos controlados con placebo, en adultos con TDM u otros trastornos psiquiátricos incluyeron un total de 295 ensayos a corto plazo (duración mediana de 2 meses) de 11 fármacos antidepresivos en 77.000 pacientes. Hubo una variación considerable entre los fármacos en el riesgo de tendencias suicidas, pero hubo una tendencia hacia un aumento en pacientes más jóvenes para la mayoría de los fármacos estudiados. Hubo diferencias en el riesgo absoluto de tendencias suicidas para las diferentes indicaciones, con la incidencia más alta en TDM. Sin embargo, las diferencias en el riesgo (fármaco vs. placebo), fueron relativamente estables dentro de los estratos de edad y a través de las indicaciones Estas diferencias en el riesgo (diferencia fármaco-placebo en el número de casos de tendencias suicidas por 1000 pacientes tratados) se proporcionan en la Tabla 2.
Tabla 2: Diferencia fármaco-placebo en número de casos de tendencias suicidas por 1000 pacientes tratados.
Rango de Edad | Diferencia fármaco-placebo en número de casos de tendencias suicidas por 100 pacientes tratados. |
| Aumenta comparada con el placebo |
< 18 | 14 casos adicionales |
18 - 24 | 5 casos adicionales |
| Disminuye comparado con el placebo |
25 - 64 | En menos de 1 caso |
≥ 65 | En menos de 6 casos |
No se produjeron suicidios en ninguno de los ensayos pediátricos. Hubo suicidios en los ensayos de adultos, pero el número no fue suficiente para llegar a ninguna conclusión acerca de efecto del fármaco sobre el suicidio.
No se conoce si el riesgo de tendencias suicidas se extiende al uso a largo plazo, es decir, más allá de varios meses. Sin embargo, hay evidencia considerable de los ensayos de mantenimiento controlados con placebo en adultos con depresión, que el uso de antidepresivos puede retrasar la recurrencia de la depresión.
Se debe observar de cerca a todos los pacientes tratados con antidepresivos para cualquier indicación, para detectar empeoramiento clínico, la tendencia suicida, y cambios inusuales en el comportamiento, especialmente durante los meses iniciales del tratamiento con un fármaco, o en los momentos de cambios de dosis, ya sean aumentos o disminuciones.
Los siguientes síntomas han sido informados en pacientes adultos y psiquiátricos tratados con antidepresivos por trastorno depresivo grave como también por otras indicaciones, tanto psiquiátricos como no psiquiátricos: ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, agresividad, impulsividad, acatisia (inquietud psicomotora), hipomanía y manía.
Aunque no se ha establecido una vinculación causal entre la aparición de tales síntomas y el empeoramiento de la depresión y/o la aparición de impulsos suicidas, existe la preocupación de que tales síntomas puedan ser precursores de la aparición de la tendencia suicida.
Se debe considerar el cambio del régimen terapéutico, incluyendo posiblemente la discontinuación del medicamento, en los pacientes cuya depresión es persistentemente peor, o que están experimentando la aparición de una tendencia suicida o síntomas que podrían ser precursores de un empeoramiento de la depresión o de tendencia suicida, particularmente si estos síntomas son graves, abruptos en su aparición, o no eran parte de los síntomas de presentación del paciente.
Las familias y los cuidadores de los pacientes pediátricos que son tratados con antidepresivos por trastorno depresivo mayor u otras indicaciones, tanto psiquiátricas como no psiquiátricas, deben ser alertadas acerca de la necesidad de controlar a los pacientes respecto a la aparición de agitación, irritabilidad, cambios inusuales en la conducta, y de los otros síntomas descritos anteriormente, así como la aparición de tendencia suicida, y de informar tales síntomas inmediatamente a los profesionales de la salud. El control debe incluir una observación diaria por parte de los familiares y cuidadores. Las prescripciones de quetiapina deben darse por la menor cantidad de comprimidos con el objetivo de reducir el riesgo de sobredosis.
Monitoreo de pacientes con trastorno bipolar:
Un episodio de depresión mayor podría ser la introducción inicial a un trastorno bipolar. Se cree en general (aunque no se ha establecido en los ensayos clínicos) que el tratamiento de tales episodios con un solo antidepresivo podría incrementar la precipitación de la aparición de un episodio mixto/maníaco en los pacientes en riesgo de trastorno bipolar. Se desconoce si uno de los síntomas descritos anteriormente representa tal conversión. Sin embargo, previo al inicio del tratamiento con un antidepresivo, incluyendo quetiapina, los pacientes con síntomas depresivos deben ser adecuadamente monitoreados para determinar si están en riesgo de sufrir un trastorno bipolar; tal monitoreo debe incluir un historial psiquiátrico detallado, incluyendo antecedentes familiares de suicido, trastorno bipolar y depresión.
Reacciones adversas cerebrovasculares, incluyendo accidente cerebrovascular, en pacientes ancianos con psicosis relacionada a demencia:
En ensayos controlados con placebo con risperidona, aripiprazol, y olanzapina en sujetos ancianos con demencia, hubo una incidencia más alta de reacciones adversas cerebrovasculares (accidentes cerebrovasculares y ataques isquémicos transitorios) que incluyen muertes, comparados con sujetos tratados con placebo. Quetiapina no está aprobada para el tratamiento de pacientes con psicosis relacionada a demencia.
Síndrome Neuroléptico Maligno (SNM):
Es un complejo sintomático potencialmente fatal que se puede presentar en asociación con la administración de fármacos antipsicóticos, incluyendo quetiapina. Las manifestaciones clínicas de SNM son hiperpirexia, rigidez muscular, estado mental alterado y evidencia de inestabilidad autonómica (pulso y/o presión sanguínea irregulares, taquicardia o diaforesis y arritmia cardíaca). Otros signos adicionales pueden incluir CPK elevada, mioglobinuria (rabdomiólisis) e insuficiencia renal aguda.
La evaluación diagnóstica de pacientes con este síndrome es complicada. Para llegar a un diagnóstico, es importante excluir casos en los que la presentación clínica incluye tanto enfermedad médica grave (es decir, neumonía, infección sistémica, etc.) y signos y síntomas extrapiramidales (SEP) no tratados o incluyen toxicidad anticolinérgica central, golpe de calor, fiebre por fármacos y patología primaria del sistema nervioso central (SNC).
El manejo del SNM debe incluir 1) discontinuación inmediata de fármacos antipsicóticos y otras fármacos no esenciales para la terapia concurrente; 2) tratamiento sintomático intensivo y monitoreo médico; 3) tratamiento de cualquier problema médico grave concomitante para el que se disponga de tratamientos específicos. No existe un protocolo establecido para el tratamiento del SNM.
Si un paciente requiriera tratamiento antipsicótico después de la recuperación del SNM, la potencial reintroducción de la terapia con medicamentos debe ser cuidadosamente considerada. El paciente debe ser cuidadosamente monitoreado debido a que se han reportado recurrencias del SNM.
Cambios metabólicos:
Los fármacos antipsicóticos atípicos se han asociado con cambios metabólicos que incluyen hiperglucemia/ diabetes mellitus, dislipidemia, y aumento de peso corporal. Mientras que todos los fármacos han mostrado producir algunos cambios metabólicos, cada fármaco tiene su perfil de riesgo específico propio. En algunos pacientes, se observó en los estudios clínicos un empeoramiento de más de uno de los parámetros metabólicos relacionados al peso, glucemia y lipidemia. Los cambios en estos perfiles metabólicos deben ser manejados según corresponda clínicamente.
Hiperglucemia y diabetes mellitus:
En pacientes tratados con antipsicóticos atípicos, incluyendo quetiapina se ha notificado hiperglucemia, en algunos casos extrema, y asociada a cetoacidosis, coma hiperosmolar y/o muerte. No hay estimaciones precisas disponibles acerca del riesgo de padecer eventos adversos relacionados con hiperglucemia en pacientes tratados con antipsicóticos atípicos.
Los pacientes con un diagnóstico establecido de diabetes mellitus que están comenzando tratamiento con antipsicóticos atípicos deben ser monitoreados de forma regular en cuanto al empeoramiento del control de la glucemia. Los pacientes con factores de riesgo para diabetes mellitus (por ej., obesidad, antecedentes familiares de diabetes) que están empezando el tratamiento con antipsicóticos atípicos deben someterse a control de glucemia en ayunas al comienzo del tratamiento y de forma periódica durante el mismo. Todo paciente tratado con antipsicóticos atípicos debe ser monitoreado en cuanto a síntomas de hiperglucemia incluyendo polidipsia, poliuria, polifagia, y debilidad. Los pacientes que manifiestan síntomas de hiperglucemia durante el tratamiento con antipsicóticos atípicos deben realizarse un control de glucemia en ayunas. En algunos casos, la hiperglucemia se ha resuelto al discontinuar el antipsicótico atípico; no obstante, algunos pacientes necesitaron continuar con un tratamiento antidiabético a pesar de la discontinuación del fármaco bajo sospecha.
Hiperlipidemia:
Se han observado alteraciones de los lípidos (colesterol total, triglicéridos, LDL y HDL) con el uso de quetiapina. Se recomienda la monitorización clínica, incluyendo los valores basales y evaluaciones periódicas de los lípidos en pacientes tratados con quetiapina.
Aumento de Peso:
En los estudios clínicos se han observado casos de aumento de peso. Los pacientes que recibieron quetiapina deberán someterse a controles regulares de peso. En el tratamiento de pacientes pediátricos con quetiapina para cualquier indicación, el aumento de peso debe considerarse si es el que se espera en relación al crecimiento normal.
Discinesia tardía:
Este síndrome, constituido por movimientos individuales involuntarios y disquinéticos potencialmente irreversibles, puede desarrollarse en pacientes tratados con drogas antipsicóticas, incluyendo quetiapina. Si bien el cuadro se presenta preferentemente en mujeres ancianas, no hay signos que posibiliten detectar cuáles serán los pacientes que desarrollarán el síndrome. Se desconoce si los fármacos antipsicóticos difieren en su potencial para causar discinesia tardía.
Se cree que el riesgo de desarrollar discinesia tardía y la probabilidad de que se vuelva irreversible aumentan a medida que aumenta la duración del tratamiento y la dosis acumulativa total de fármacos antipsicóticos administrados al paciente. Sin embargo, el síndrome puede desarrollarse, aunque con mucha menos frecuencia, después de períodos de tratamiento relativamente breves a dosis bajas o incluso puede surgir después de la interrupción del tratamiento.
La discinesia tardía puede remitir, parcial o completamente, si se retira el tratamiento antipsicótico. Sin embargo, el tratamiento antipsicótico en sí mismo puede suprimir (o suprimir parcialmente) los signos y síntomas del síndrome y, por lo tanto, puede enmascarar el proceso subyacente. Se desconoce el efecto que tiene la supresión sintomática sobre el curso a largo plazo del síndrome.
Dadas estas consideraciones, quetiapina debe prescribirse de una manera que sea más probable que minimice la aparición de discinesia tardía. El tratamiento antipsicótico crónico generalmente debe reservarse para pacientes que parecen sufrir una enfermedad crónica que (1) se sabe que responde a los fármacos antipsicóticos, y (2) para quienes tratamientos alternativos, igualmente efectivos, pero potencialmente menos dañinos, no están disponibles o no son apropiados. En pacientes que requieren tratamiento crónico, se debe buscar la dosis más baja y la duración más corta del tratamiento que produzca una respuesta clínica satisfactoria. La necesidad de continuar el tratamiento debe reevaluarse periódicamente.
Si aparecen signos y síntomas de discinesia tardía en un paciente tratado con quetiapina, se debe considerar la interrupción del fármaco. Sin embargo, algunos pacientes pueden requerir tratamiento con quetiapina a pesar de la presencia del síndrome.
Hipotensión:
Quetiapina puede inducir hipotensión ortostática asociada con mareos, taquicardia y en algunos pacientes, síncope, especialmente durante el período inicial de titulación de dosis debido probablemente a sus propiedades antagonistas alfa-1-adrenérgicas. La hipotensión ortostática, los mareos y el síncope pueden ocasionar caídas.
Quetiapina debe usarse con especial precaución en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida (historia de infarto de miocardio o cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca o alteraciones de la conducción), enfermedad cerebrovascular o condiciones que predispongan al paciente a la hipotensión (como deshidratación, hipovolemia y tratamiento con medicamentos antihipertensivos). El riesgo de hipotensión ortostática y síncope puede ser minimizado mediante limitación de la dosis inicial a 25mg 2 veces por día. Si se produce hipotensión durante la titulación la dosis, lo adecuado sería un volver a la dosis previa.
Caídas:
Los fármacos antipsicóticos atípicos, incluyendo quetiapina, pueden causar somnolencia, hipotensión postural, inestabilidad motora y sensorial, lo que puede provocar caídas y, en consecuencia, fracturas u otras lesiones. Para pacientes con enfermedades, afecciones o medicamentos que podrían exacerbar estos efectos, se debe realizar una evaluación completa acerca del riesgo de caídas al iniciar el tratamiento antipsicótico y de forma recurrente para los pacientes que reciben terapia antipsicótica a largo plazo.
Aumento de la presión arterial en niños y adolescentes:
En estudios publicados en niños y adolescentes con esquizofrenia o trastorno bipolar se observaron aumentos en la presión arterial sistólica (≥20 mmHg) y diastólica (≥10 mmHg). Por este motivo, la presión arterial en niños y adolescentes debe ser tomada al principio y periódicamente durante el tratamiento.
Leucopenia, neutropenia y agranulocitosis:
En ensayos clínicos publicados y en la experiencia post-comercialización, se han reportado eventos de leucopenia/neutropenia temporalmente relacionados al tratamiento con antipsicóticos atípicos, incluyendo quetiapina. También han sido reportados casos de agranulocitosis (incluyendo casos fatales).
Se ha notificado agranulocitosis (definida como recuento absoluto de neutrófilos <500/mm3) con quetiapina, incluyendo casos fatales y casos en pacientes sin factores de riesgo preexistentes. Se debe considerar la neutropenia en pacientes que presentan infección, particularmente en ausencia de factores predisponentes obvios, o en pacientes con fiebre inexplicable, y se debe manejar según sea clínicamente apropiado.
Los posibles factores de riesgo para su desarrollo incluyen: leucopenia/ neutropenia preexistentes, bajo conteo de glóbulos blancos e historia de empleo de drogas inductoras de leucopenia/ neutropenia. Los pacientes con un recuento bajo preexistente de glóbulos blancos o un historial de leucopenia/neutropenia inducida por drogas deben realizar un conteo sanguíneo completo y monitorizarse con frecuencia durante los primeros meses de la terapia y deberían suspender el empleo de quetiapina ante el primer signo de disminución de leucocitos en ausencia de otros factores causales.
Los pacientes con neutropenia deben ser cuidadosamente monitorizados para detectar síntomas como fiebre u otros signos de infección y deben ser tratados de inmediato si se produjeran. Los pacientes con neutropenia severa (recuento absoluto de neutrófilos <1000/mm3) debe dejar de recibir quetiapina y deben ser controlados con hemogramas hasta su recuperación.
Cataratas:
Se observó el desarrollo de cataratas en asociación con el tratamiento con quetiapina en estudios crónicos realizados en perros. Si bien se han observado cambios del cristalino en pacientes con tratamiento a largo plazo con quetiapina, no se ha establecido una relación causal con el uso de la misma. No obstante, no puede excluirse por ahora la posibilidad de alteraciones. Por ello se recomienda el examen del cristalino por métodos adecuados para el diagnóstico de formación de cataratas, tales como el examen con lámpara de hendidura u otros métodos sensibles apropiados, al iniciarse el tratamiento o al poco tiempo después y con intervalos de 6 meses durante el tratamiento crónico.
Prolongación del QT:
En los ensayos clínicos publicados, quetiapina no se asoció con un aumento persistente en los intervalos QT absolutos. Sin embargo, en la experiencia post-comercialización se reportaron casos de prolongación del intervalo QT en los pacientes con sobredosis de quetiapina, en pacientes con enfermedades concomitantes, y en pacientes que tomaban otros fármacos que produjeran un desequilibrio electrolítico o prolongación del intervalo QT.
Se debe evitar el uso de quetiapina en combinación con otros fármacos prolongan el QTc, incluyendo los antiarrítmicos de Clase 1A (por ejemplo, quinidina, procainamida) o antiarrítmicos Clase III (por ejemplo, amiodarona, sotalol), antipsicóticos (por ejemplo, ziprasidona, clorpromazina, tioridazina), antibióticos (por ejemplo, gatifloxacina, moxifloxacina), o cualquier otra clase de medicamentos conocidos por prolongar el intervalo QTc (por ejemplo, pentamidina, acetato de levometadilo, metadona).
Quetiapina también debe evitarse en circunstancias que pueden aumentar el riesgo de aparición de torsade de pointes y/o muerte súbita incluyendo (1) un historial de arritmias cardíacas como bradicardia; (2) hipopotasemia o hipomagnesemia; (3) el uso concomitante de otros fármacos que prolongan el intervalo QTc; y (4) presencia de prolongación congénita del intervalo QT.
También se debe tener precaución cuando quetiapina se prescribe en pacientes con mayor riesgo de prolongación del intervalo QT (por ejemplo, con enfermedad cardiovascular, antecedentes familiares de prolongación del intervalo QT, ancianos, insuficiencia cardíaca congestiva e hipertrofia cardíaca).
Convulsiones:
En los ensayos clínicos publicados ocurrieron convulsiones en algunos de los pacientes tratados con quetiapina. Como con otros antipsicóticos, quetiapina debe ser empleada con cautela en pacientes con historia de convulsiones o con condiciones que potencialmente aminoran el umbral convulsivo, como por ejemplo la enfermedad de Alzheimer. Las condiciones que reducen el umbral convulsivo pueden ser más prevalentes en la población de 65 años o mayores.
Hipotiroidismo:
Los estudios clínicos con quetiapina demostraron disminuciones relacionadas con la dosis en los niveles de hormona tiroidea. La reducción de la tiroxina total y libre (T4) fue de aproximadamente el 20% en el extremo superior del intervalo de dosis terapéutica y fue máxima en las primeras seis semanas de tratamiento, manteniéndose sin adaptación o progresión durante la terapia crónica. En casi todos los casos, el cese del tratamiento con quetiapina se asoció con una reversión de los efectos sobre T4 total y libre, independientemente de la duración del tratamiento. El mecanismo por el cual la quetiapina actúa sobre el eje de la tiroides no está claro. Si hubiera un efecto sobre el eje hipotalámico-hipofisario, la medición de TSH sola puede no reflejar con exactitud el estado de la tiroides de un paciente. Por lo tanto, se deben medir tanto la TSH como la T4 libre, además de la evaluación clínica, al inicio y durante el seguimiento.
Hiperprolactinemia:
Durante los ensayos clínicos hubo cambios en los niveles de prolactina. Al igual que otras drogas que antagonizan los receptores D2, quetiapina eleva los niveles de prolactina en algunos pacientes y la elevación puede persistir durante la administración crónica. La hiperprolactinemia, independientemente de la etiología, puede suprimir la GnRH hipotalámica, resultando en la reducción de la secreción de gonadotrofina hipofisaria. Esto, a su vez, puede inhibir la función reproductora al alterar la esteroideogénesis gonadal, tanto en pacientes mujeres como en hombres. Síntomas como: galactorrea, amenorrea, ginecomastia e impotencia han sido reportados en pacientes tratados con compuestos que elevan la prolactina. La hiperprolactinemia de larga data cuando se asocia con hipogonadismo puede conducir a la disminución de la densidad ósea tanto en sujetos femeninos como masculinos.
Experimentos in vitro de cultivo de tejidos indican que aproximadamente un tercio de los cánceres de mama humanos son dependientes de prolactina, un factor de importancia potencial si se considera la prescripción de estos fármacos en un paciente con cáncer de mama detectado previamente. Como es común con los compuestos que aumentan la liberación de prolactina, en estudios de carcinogenicidad realizados en ratones y ratas se observaron tumores de la glándula mamaria y cáncer de células de islote pancreático (adenocarcinomas de mama, hipófisis y adenomas del páncreas). Ni los estudios clínicos ni los estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha han mostrado una asociación entre la administración crónica de esta clase de drogas y carcinogénesis en humanos, pero la evidencia disponible es demasiado limitada para ser concluyente.
Alteraciones de la esfera cognitiva y motora:
Se ha informado sobre la aparición de somnolencia, que es un efecto adverso en pacientes tratados con quetiapina, especialmente durante el período de 3-5 días de titulación de la dosis inicial. Debido a que quetiapina tiene potencial para afectar el juicio, la ideación o las habilidades motoras, los pacientes deben ser advertidos sobre la realización de actividades que requieran alerta mental, tal como manejar vehículos u operar maquinarias hasta que estén razonablemente seguros que la terapia con quetiapina no los afecta en sentido adverso. La somnolencia puede derivar en caídas.
Regulación de la temperatura corporal:
Aunque no se informó con quetiapina, se ha atribuido a los agentes antipsicóticos la interrupción de la capacidad del cuerpo para reducir la temperatura corporal central. Se aconseja ser cauteloso cuando se indica quetiapina en pacientes que experimentan condiciones que pueden contribuir a un aumento de la temperatura corporal central, es decir, que realizan ejercitación extenuante, expuestos a calor extremo, bajo tratamiento con fármacos anticolinérgicos, y/o deshidratados.
Disfagia:
El uso de drogas antipsicóticas ha sido asociado con síntomas como dismotilidad esofágica y aspiración. La neumonía aspirativa es una causa frecuente de morbilidad y mortalidad en pacientes de edad avanzada, en particular aquellos con Alzheimer avanzado. Quetiapina y otras drogas antipsicóticas deben ser usadas cautelosamente en pacientes con riesgo de neumonía aspirativa.
Síndrome de discontinuación:
Se han descripto síntomas de discontinuación agudos, tales como insomnio, náuseas y vómitos después de la interrupción brusca de los fármacos antipsicóticos atípicos, incluyendo quetiapina. Estos síntomas generalmente se resolvieron después de una semana post-interrupción. Se aconseja la retirada gradual de las dosis del producto.
Efectos anticolinérgicos (antimuscarínicos):
La norquetiapina, un metabolito activo de la quetiapina, tiene una afinidad moderada a potente por varios subtipos de receptores muscarínicos. Esto contribuye a las reacciones adversas anticolinérgicas cuando quetiapina se usa a dosis terapéuticas, se toma concomitantemente con otros medicamentos anticolinérgicos o se toma en sobredosis. Quetiapina debe usarse con precaución en pacientes que reciben medicamentos con efectos anticolinérgicos (antimuscarínicos).
El estreñimiento fue un evento adverso frecuentemente reportado en pacientes tratados con quetiapina y representa un factor de riesgo de obstrucción intestinal. Se ha informado obstrucción intestinal con quetiapina, incluyendo informes fatales en pacientes que estaban recibiendo múltiples medicamentos concomitantes que disminuyen la motilidad intestinal.
Quetiapina debe usarse con precaución en pacientes con un diagnóstico actual o antecedentes previos de retención urinaria, hipertrofia prostática clínicamente significativa, estreñimiento o aumento de la presión intraocular.
Advertencia sobre excipientes:
Este medicamento contiene lactosa. Los pacientes con intolerancia hereditaria a galactosa, insuficiencia de lactasa de Lapp o malabsorción de glucosa o galactosa, no deben tomar este medicamento. Tener en cuenta en el tratamiento de los pacientes con diabetes mellitus.
Uso en pediatría:
En general, las reacciones adversas observadas en los niños y adolescentes durante los ensayos clínicos fueron similares a los de la población adulta con pocas excepciones, como por ejemplo el aumento de la presión arterial sistólica y diastólica.
La seguridad y eficacia de quetiapina en pacientes pediátricos menores de 13 años de edad con esquizofrenia no se han establecido.
La seguridad y eficacia de quetiapina en el tratamiento de mantenimiento del trastorno bipolar no se ha establecido en pacientes pediátricos menores de 18 años de edad.
La seguridad y eficacia de quetiapina en el tratamiento de mantenimiento de la esquizofrenia no se ha establecido en ninguna población de pacientes, incluidos los pacientes pediátricos.
La eficacia y seguridad de quetiapina en el tratamiento de la manía en el trastorno bipolar no se han establecido en pacientes pediátricos menores de 10 años de edad.
No se ha establecido la seguridad y eficacia de quetiapina en el tratamiento de la depresión en el trastorno bipolar.
Se observaron algunas diferencias en la farmacocinética de quetiapina entre los niños, adolescentes (10 a 17 años de edad) y adultos. Cuando se ajustó por peso, las AUC y la Cmax de quetiapina fueron 41% y 39% menores, respectivamente, en los niños, niñas y adolescentes en comparación con los adultos. La farmacocinética del metabolito activo norquetiapina fue similar.
Uso en geriatría:
En general, no hubo diferencias de tolerabilidad de quetiapina en los ancianos en comparación con los adultos más jóvenes en los estudios clínicos. Sin embargo, la presencia de factores que pueden disminuir el aclaramiento o aumentar la respuesta farmacodinámica a quetiapina, o que puedan causar peor tolerancia al ortostatismo, deberían llevar a la consideración de una dosis inicial más baja, una titulación más lenta, y una monitorización cuidadosa durante el período inicial de la dosificación en ancianos. El aclaramiento plasmático medio de quetiapina se reduce 30% a 50% en pacientes de edad avanzada en comparación con pacientes más jóvenes.
Insuficiencia renal:
La experiencia clínica con quetiapina en pacientes con insuficiencia renal es limitada.
Insuficiencia hepática:
Debido a que la quetiapina es ampliamente metabolizada por el hígado, se esperan niveles plasmáticos más altos en pacientes con insuficiencia hepática. En esta población, se recomienda una dosis inicial más baja de 25 mg/día y la dosis puede titularse en incrementos de 25-50 mg/día.
Abuso de drogas y dependencia:
No se ha estudiado de forma sistemática, en animales o humanos, la potencialidad de abuso, tolerancia o dependencia física a la quetiapina. Mientras que en los ensayos clínicos no se observaron tendencias hacia la búsqueda de drogas, estas observaciones no fueron sistemáticas y no es posible predecir sobre la base de esta experiencia limitada la medida en que una droga activa a nivel del SNC será mal utilizada, desviada, y/o abusada una vez comercializada. En consecuencia, los pacientes deben ser evaluados cuidadosamente para detectar una historia de abuso de drogas, y estos pacientes deben ser observados de cerca para detectar signos de mal uso o abuso de quetiapina, por ejemplo, el desarrollo de tolerancia, el aumento de la dosis y la búsqueda de drogas.